19 de enero de 2010

El Sáhara Occidental, o la desgracia de ser ricos.


Para ser ricos no basta poseer un tesoro, además es necesario tener el poder suficiente para conservarlo. Esto es lo que ocurrió al infortunado pueblo del Sáhara Occidental cuando en 1949 el geólogo español Manuel Alia Medina descubre los inmensos yacimientos de fosfatos de Bu Craa. Lo que entonces podía considerarse como un augurio de riquezas futuras se convirtió en una maldición para un pueblo que carecía de estructuras políticas y económicas. Desde entonces, una granizada incesante caería sobre el Sáhara Occidental.

En 1958 España se anexiona el Sáhara como una provincia más. Era lo menos que se podía hacer con un pueblo “hermano”.

En el 1975 Marruecos, apoyado por EEUU, que había tenido unas desavenencias con España por la explotación de los yacimientos de fosfatos de Bu Craa, invade el Sáhara “pacíficamente” con su famosa Marcha Verde para “apoyar al pueblo hermano saharaui” contra el colonizador español. En 1980, Marruecos comienza la construcción del muro que empieza aislando la zona norte donde se encuentra la mina y termina expulsando del territorio a los saharauis rebeldes. El muro tiene hoy 2 720 km y necesita para su defensa una imponente fuerza militar.

El resto de la triste historia creo que es medianamente conocida.

Pero, ¿por qué son tan importantes los fosfatos?
Cuando comenzaron a usarse los abonos de síntesis en forma masiva y universal, sobre mediados del siglo XX, crecieron de tal manera los alimentos que en menos de un siglo se pasó de mil a 6 000 millones de habitantes, en 1999. Y es que la población de seres vivos depende de la energía disponible y los vegetales son la base de la cadena alimentaria, léase energética.

Estamos habituados a las siglas NPK en los abonos, esto es, nitrógeno, fósforo (phosphorus), y potasio (kalium). Son los tres elementos fundamentales de que están compuestos los abonos. Las sales de nitrógeno las obtiene la industria química a partir del nitrógeno del aire y el hidrógeno de los hidrocarburos. El potasio, de sales de potasio como el cloruro potásico, bastante abundante. El fósforo se obtiene de los minerales fosfatados, fosfato cálcico principalmente, pero es escaso, hay muy pocos yacimientos importantes y se encuentra aún más irregularmente repartido que el petróleo.

Grandes productores de fosfatos sólo hay cuatro: Marruecos-Sáhara, China, Estados Unidos, y Sudáfrica. Y de todos ellos Marruecos-Sáhara es el mayor con unas reservas cercanas al 40 % del total mundial. Estados Unidos solo tiene un gran yacimiento en Florida y produce menos de lo que su agricultura e industria necesitan, así que importa lo que le falta de Marruecos. China no vende fosfatos, dedica los que tiene a su consumo interno. Sudáfrica solo tiene un 10 % de las reservas y su producción, comparada con Marruecos, es insignificante.

Con esto podemos concluir que si al yacimiento marroquí de Khouribga se añade el saharaui de Bu Craa, ambos de similar magnitud, se convierte en la “Arabia Saudí” de los fosfatos, acumulando unas reservas totales de 5 700 Mt (millones de toneladas) y, con capacidad para imponer precios al mercado. En el 2008 Marruecos se embolsó unas ganancias de más de 5 500 millones de euros de beneficios, teniendo en cuenta que, en la actualidad, Bu Craa solo funciona al 10 % de su capacidad productiva. Más o menos lo necesario para costear el gasto militar de mantenimiento del Muro del Sáhara.


El pico del fósforo

Los minerales fosfatados son, como el petróleo, un recurso no renovable. En la actualidad un gran número de pequeños y medianos yacimientos se han agotado o están cercanos. La producción real de fosfatos en los últimos años ha descendido, lo que podría indicar que el “peak phosphorus” se ha alcanzado ya o está próximo.



La producción anual -línea quebrada- sobre la curva de Gubert parece bastante convincente a este respecto, y el hecho de que el precio de la tonelada de fosfato haya pasado de 21 $/t en 1995, a 120 $/t en el 2008, más aún.

Hasta ahora solo nos habíamos preocupado por el pico del petróleo; los avisos sobre el agotamiento de las demás materias primas no renovables solo nos habían preocupado de lejos. Pero he aquí que el fósforo podría ser el siguiente en la lista de nuestros insomnios. Sin fósforo no hay cosechas y sin cosechas no hay alimentos, no hay bio-energía. No olvidemos que hoy somos 6 796 millones de personas, que necesitamos cada uno un gramo de fósforo al día, para lo que hemos de poner 22,5 kg de fosfatos en los suelos de cultivo al año, por persona.

Volvamos al desierto

Si el nivel de justicia internacional fuese el adecuado en nuestro mundo, el Sahara Occidental, con sus 90.000 habitantes, sería un país rico en la actualidad y riquísimo en unas décadas. En cambio sus pobladores han sido sometidos, o están en pié de guerra, asentados en campamentos como fugitivos en países vecinos, después de haber sido tiroteados, bombardeados y perseguidos.

España, mientras tanto, mira hacia otro lado. Desvergonzadamente, importa los fosfatos de Bu Craa, que paga a Marruecos. Pesca en las costas del Sáhara mediante un acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos. Hasta hace unos meses, solo algunas organizaciones civiles internacionales, como la Western Sahara Resource Watch (WSRW), se dedica a investigar las naciones y empresas que comercian con los fosfatos de Bu Craa y los intentan disuadir con razonamientos éticos. Así han logrado algunos éxitos resonantes como la retirada de Noruega, con su empresa YARA. En cambio con la empresa de Huelva aún no han tenido éxito. Por fortuna, el nuevo partido político UPyD ha enarbolado la bandera de defensa de los derechos del pueblo saharaui y una prueba de ello ha sido la manifestación celebrada en pasado día 14 de Noviembre. Ojalá cunda el ejemplo a otros partidos y el gobierno se vea obligado a cambiar su indigna actitud actual.

De todos modos no nos parece que Marruecos vaya a soltar su presa fácilmente, basta echar un vistazo a su despliegue militar en el Sáhara. El camino requerirá buscar soluciones “diplomáticas” al conflicto. Mucho me temo que si los saharauis deciden ser independientes tendrá que ser a cambio de su tesoro, o de una buena parte de él.

1 de enero de 2010

La alianza educativa en Andalucía

Ha vuelto a aparecer en la prensa otra referencia a la “Alianza Educativa” por parte de nuestro flamante presidente de Andalucía, el Sr. Griñán y no puedo menos que mostrar mi perplejidad ante el término y mi curiosidad por el opaco y misterioso contenido del mismo. Ni Google ha sido capaz de sacarme de mi ignorancia.

De sobra conocemos la crítica situación de la enseñanza en todo el Estado. Tras haber sido utilizada por varios gobiernos como moneda de cambio con las autonomías ha quedado tan fragmentada y depauperada que ahora podemos enorgullecernos de tener cuatro sistemas educativos: el de las comunidades del PP, el de las comunidades PSOE, más el catalán y el vasco que van por libres. Un prodigio de pluralidad que hace de la movilidad geográfica de nuestros estudiantes un valle de lágrimas. Y de la igualdad ante la educación de los españoles, un hecho histórico, algo perteneciente al pasado.

Es por esto que cuando aparece alguna noticia sobre pactos o alianzas educativas saltamos de la silla para escuchar. Un gran pacto de todos los partidos, con el objetivo de que las leyes educativas no sean alteradas caprichosamente como consecuencia de la alternancia en el poder de unas fuerzas políticas u otras, estatales o autonómicas, es para todos nosotros como el maná en el desierto. Un arco político que entienda que la educación de nuestros hijos debe estar por encima, y al margen, de cualquier avatar político, sería una utopía, una quimera, un delirio.

¿Pero qué pacto o alianza educativa puede hacerse dentro de una autonomía? ¿Acaso el Sr. Griñán quiere pactar con el Sr. Arenas? ¿Y eso de qué serviría? El pacto educativo que necesitamos o es estatal o no servirá para nada. Arreglados estaríamos si ahora se hace un “pacto” diferente en cada autonomía.

No obstante en el periódico Granada Hoy, del pasado 9 de Mayo podíamos leer:

Griñán: "O forjamos una alianza en la Educación o ésta se nos va de las manos"

Y más adelante:

…esta alianza entre profesorados, alumnos, padres y administración.

Pero ¿cómo? ¿Profesores, alumnos, padres y administración estaban peleados? Pues no lo sabíamos, la verdad, ni lo sospechábamos, pese a que somos del gremio. Y, de verdad, en serio, ¿el Sr. Griñán ha tenido la inspiración arcangélica de que haciendo las paces entre estos estamentos, la educación en Andalucía (la peor de España, que, a su vez, es la peor de Europa) mejorará?

Uno nunca sabe, cuando escucha a estos grandes políticos, si le están tomando el pelo o está oyendo la voz del que clama en el desierto.

Manuel Reyes Camacho