19 de mayo de 2017

El maleficio de las primarias y la caída del PSOE




       Algunas medicinas curan enfermedades. Esto es un hecho incontrovertible. Pero no todas las medicinas curan todas las enfermedades. Uno no va a la farmacia y pide una medicina cualquiera para curar su enfermedad. Pues aunque esto parezca la verdad de Perogrullo es justamente lo que los políticos hacen: "Dame unas primarias que estoy enfermo de credibilidad”.
               
                Las PRIMARIAS se han puesto de moda en España (y no estoy seguro si en toda Europa) como remedio democrático a la enfermedad llamada DEDOCRACIA. Pero las primarias son a las democracias europeas lo que el Viagra para curar el infarto.

                Las primarias las inventaron los norteamericanos y les va de maravilla, pero es que la democracia americana, y más aún sus partidos políticos, tienen muy poco que ver con las democracias europeas y menos aún con nuestros partidos. En general habría que decir que los norteamericanos y los europeos nos parecemos sobre todo en que tenemos dos piernas, dos brazos, una cabeza y… en fin para qué entrar en más detalles; y poco más.

                Los partidos políticos americanos no son otra cosa que MAQUINARIAS ELECTORALES que se ponen en marcha y al servicio de los candidatos que surgen en cada periodo electoral. Los nuestros son AGRUPACIONES IDEOLÓGICAS que se unen y reúnen en congresos para establecer una “Biblia” con sus principios y una “legislación” con sus procedimientos para lograrlos. Sus líderes deben defender estos principios y normas. ¿Y quién los debe elegir a ellos? Aquí está el problema: ¿Los que los conocen personalmente y saben quién sería el mejor en cada circunstancia política, esto es, EL APARATO del partido? ¿O la militancia, la gente de la calle que ni los conoce? This is the question.

                En USA, el candidato es el que hace un planteamiento político completo con su filosofía y sus procedimientos  (que el partido no tiene más que en nebulosa),  y ha de ser votado por todo el país, no solo por los afiliados del partido.

                En España, el candidato no puede apartarse de la “filosofía” ni de la “normativa” del partido, o podría incluso ser expulsado del mismo. ¿Entonces de qué tiene que hablar para que sus colegas de partido le voten a él y no a los otros? Pues tiene que convencerlos de que él es el más alto, el más guapo y el más rubio, para representar al partido. Incluso puede decir cómo él eliminaría a sus adversarios de la oposición: cuarteándolos, atropellándolos, empujándoles a un  precipicio, etc. También puede explicar cómo él logrará que, después de las primarias, todos, ganadores y perdedores, se amen tiernamente. Esto es, solo puede hablar de patochadas.

                La “dedocracia” es mala porque hace que, con frecuencia, solo lleguen arriba los “pelotas”, no los mejores. Pero yo os puedo asegurar, por mi propia experiencia personal en la extinta UPyD,  que las primarias son muchísimo peores porque solo logran la división permanente del partido y no aseguran en absoluto que gane el mejor. Las primarias son a nuestra democracia un proceso contra natura.

                Si hoy el PSOE está tocado por esa extraña enfermedad sociológica que es la caída de los comunismos y sus adláteres, solo le faltaba dividirse en tres compartimentos estancos de odio mutuo y permanente para acabar la historia de sus días.

Manuel Reyes

12 de mayo de 2017

De la Era industrial a la Robótica

O el problema del paro


                Estamos viviendo una época convulsa donde los cambios son tan frecuentes y tan rápidos que no tenemos tiempo de asimilarlos, ni tan siquiera de reflexionar sobre ellos. Quizá sea esta la causa de que no podamos comprender lo que la gente vota cuando se hace un referéndum. Pienso en Reino Unido diciendo no a Europa, en Italia diciendo no a la mejora constitucional, en Colombia diciendo no a la paz con la guerrilla o a Estados Unidos eligiendo a Trump. Al resurgir de los populismos y extremismos de derechas en Europa, los independentismos en regiones españolas y europeas. ¿Qué está ocurriendo? ¿Nos divierte caminar hacia atrás? ¿Nos hemos desequilibrado mentalmente todo el mundo occidental?

                Habría que ser profeta para dar una respuesta y nada más lejos de mis esencias. Pero aprendí de Newton que hay que subirse a hombros de gigantes para ver el horizonte lejano, y a eso me dedico. A eso, y a intentar pasar al papel las conclusiones que voy obteniendo. A ver si logro aclararme yo mismo.

                Vislumbro que estamos atravesando un cambio de época del que muy poca gente está siendo consciente, de ahí la desorientación generalizada. Pero ¿qué cambio? ¿De qué época a cual otra? Porque… cambiar, cambiar, la humanidad ha estado cambiando siempre, solo que algunos cambios han sido rápidos, incluso violentos, y otros, la mayoría, imperceptibles para los vivientes del momento. Échese un vistazo a la historia.


¿Qué es lo que ocurre ahora?
                Cada día estoy más convencido que es la forma de ganarse el pan lo que está cambiando. Y la gente está alarmada, muy alarmada, y no es para menos. Con las cosas del pan no se juega.

                La pista me la dio un lance personal. Andaba yo por entonces necesitado de pedir autorizaciones periódicas para que una ambulancia me trasladara a recuperación, tras un accidente de moto. Cada semana la misma historia de buscar a alguien de la familia para que fuese a una oficina a pedir los papelitos. Un día, la empleada nos dijo: “Están ustedes de enhorabuena, ya funciona nuestra página web donde pueden hacerse estos trámites”. Y así fue, y fui feliz haciendo los papelitos yo mismo sin salir de casa. Pero, tristemente la página pronto comenzó a fallar, cada día algo no funcionaba hasta que me obligó a ir a presentar mis quejas a la oficina. Por fortuna por entonces ya podía moverme, aunque penosamente. La empleada tecleaba el ordenador impasible mientras yo soltaba todo mi rosario de quejas. Cuando terminó, estampó su sello con un buen golpe, miró a sus compañeras de oficina fugazmente y se acercó a mi oreja para susurrarme: “Y si funciona la web, ¿qué sugiere usted que hagamos todas las que trabajamos aquí, irnos a la cola del paro? Sentí un escalofrío, acababa de tocar con mis manos el problema que torpemente no había imaginado. Por fortuna, estas aguerridas mujeres habían declarado la guerra a la Hidra, al monstruo informático de las mil cabezas, cada una de ellas descansando sobre su mesa bajo la forma de ordenador, y le habían asestado un primer buen golpe. ¿Cuánto tiempo duraría la batalla?   Por fortuna hoy la oficina sigue abierta y ellas siguen allí. Parece que, por suerte, se trata de una entidad cuasi-estatal y el monstruo ha perdido la batalla. De momento.

Para comprender el problema en profundidad creo que habría que hacer un recorrido histórico que nos permita recordar de dónde venimos. Vivimos en la era industrial. Muchos ingenieros  se dedican a fabricar máquinas que nos hacen la vida más fácil. En realidad el hombre ha construido máquinas desde siempre: hachas, flechas, palancas… desde tiempos primitivos. Pero la Era Industrial arranca con la construcción de la máquina de vapor, de Watt, desde finales del siglo XVIII. La  máquina que, una vez perfeccionada, permitió la construcción de locomotoras capaces de mover trenes. La que permitió construir industrias en cualquier lugar, sin necesidad de que estuviesen al pie de un salto de agua o en la cima de un monte aprovechando el azar del viento. La que permitió al hombre trabajar usando la energía de la madera, del carbón y, posteriormente la del petróleo, en lugar de sus propios músculos y los de sus animales domésticos.

● La era industrial nació cuando se logró incorporar la energía a las máquinas.

Fig. 1. Esquema muy simplificado de una máquina de vapor

                Fue un gran salto adelante que provocó un cambio en la forma de ganarse el pan de toda la humanidad. El campesinado dedicado a la agricultura y la ganadería acabó pasándose a las ciudades, que crecieron monstruosamente. La gente tuvo que transmutar de agricultor y pastor en el campo a mecánico en las ciudades. La mayor parte de la población acabó trabajando para fabricar “cosas”. En España, hoy, con menos del 5% de la población se fabrican todos los alimentos que necesitan los habitantes del país entero. Y esto es posible porque cada máquina agrícola, que se alimentan con petróleo, hace el trabajo de 100 campesinos con sus bestias incluidas. Los hombres pasaron de campesinos a urbanitas.

                En la era industrial pueden distinguirse varias etapas, que varían con el objeto que se toma como referencia clasificatoria. Para mí la clasificación más sencilla podría ser esta que mostramos en la Figura 2, basada en las energías que se utilizaron. Aunque hay que aclarar que el creador de esta clasificación es un poquito antiguo, de los años 60, cuando se pensaba que la energía nuclear en el futuro lo acapararía todo. Pero es que entonces no existían los ecologistas… que han logrado casi la paralización del uso de la energía nuclear y la vuelta a los molinos de viento de Don Quijote, los satitos del agua y el calorcito del sol.

Fig. 2 Fases de la era industrial en función del tipo de energía usado

       Para nuestro objetivo, y tomando como elemento clasificador: “la forma de ganarse el pan” hay variaciones al pasar de cada fase de la era industrial a la otra pero no muy drásticas. El gran cambio se produjo, en la primera fase: 
La construcción de máquinas movidas por energías externas a la biológica, a la muscular.

En la segunda fase lo más destacado fue el desarrollo del motor de explosión interna, el uso masivo del petróleo y la aparición de la electrónica con el consiguiente desarrollo de las telecomunicaciones. También el gran florecimiento de la industria química y con ella la farmacológica.

Ahora nos encontramos finalizando la tercera etapa donde hizo explosión la electrónica y nació la informática. Y nació la ciencia y técnica biosanitaria que está logrando que vivamos el doble que nuestros padres y que la evolución de las especies la controlemos nosotros en lugar de la naturaleza.

Y estamos entrando en otra que, me parece a mí, no puede considerarse como la 4ª Fase de la Era Industrial, sino como una nueva era ya que va a suponer un gran cambio en “la forma de ganarse el pan”. Yo pienso que posiblemente se llamará la Era Robótica. ¿Pero cuál ha sido el cambio que la ha provocado? ¿Qué máquinas se construyen ahora que otra vez nos van a cambiar la vida de forma radical?

Algunas máquinas han incorporado un elemento nuevo que jamás tuvieron: La inteligencia. La primera máquina que ha sido la responsable del estallido de la nueva era: El ordenador.

El ordenador es a la era robótica lo que la máquina de vapor fue a la era industrial.

Como máquina, el ordenador no nos ayuda en el trabajo mecánico, al trabajo físico. Con un ordenador no podemos cavar, ni transportar, construir, navegar, volar. El ordenador nos ayuda en el trabajo intelectual. Es capaz de almacenar, en espacios minúsculos, la totalidad de la cultura humana y permitirnos el acceso a ella en fracciones de segundo. Es capaz de transmitir esta reflexión mía al mundo entero en segundos y permitir que dialoguemos sobre ella con americanos o con asiáticos simultáneamente y en tiempo real. En fin, hoy no es necesario explicarle a nadie lo que esta máquina es capaz de hacer. Lo que podría ser conveniente para algunos es explicar por qué.

El ORDENADOR es una máquina capaz de utilizar, prestada, la inteligencia de su programador.

Decimos “prestada” porque no tiene inteligencia propia (de momento). El informático programador le puede “explicar” cómo analizar los datos que se le suministran y qué hacer con ellos.  Este conjunto de instrucciones es un programa o aplicación informática.  Con este programa en su memoria  su comportamiento sería el mismo que el de su programador. Salvo en que, si se le plantea una situación no programada, se bloquea, mientras que su programador podría encontrar otra solución alternativa, porque él sí que tiene inteligencia propia.  

Las máquinas que hemos construido hasta ahora solo son capaces de trabajar si tienen un “conductor” que las dirija. Un avión solo puede volar si lleva un piloto. Pero ¿qué ocurre si al avión le añadimos un ordenador que lo gobierne; que analice los datos que le suministran los sensores de a bordo y responda como lo haría un piloto experto? Pues que tendríamos una máquina “inteligente” (aunque la inteligencia sea prestada). Tendríamos un avión moderno que es capaz de volar sin piloto. En el lenguaje actual decimos que esto es un avión con piloto automático. Y a este tipo de máquina le llamamos ROBOT.

Un ROBOT es una máquina, capaz de hacer un trabajo, gobernada por un ordenador.

Fig. 3. Clasificación de las máquinas
 Para hacernos una idea más clara de los tipos de máquinas con que nos podemos encontrar podemos utilizar un viejo esquema que yo utilizaba en mis clases, (Figura 3). En él puede apreciarse que hemos clasificado las máquinas en tres grandes grupos:

1.- Máquinas que realizan trabajo mecánico, como los coches, las excavadoras, tractores, troqueladoras, cortadoras. Son las máquinas habituales que utilizamos como herramientas de trabajo.

2.- Máquinas para el trabajo intelectual. Pueden hacer, o no, un trabajo mecánico. Las utilizamos en general para almacenar y difundir la cultura, así como para transmitir información. Así podemos mencionar a la imprenta o las fotocopiadoras; que “escriben”. El teléfono, la radio, la televisión o el cine que “hablan y visualizan”. Todas ellas reproducen, transmiten o multiplican la información. La más reciente de ellas es el ordenador que podríamos decir que “lee, escucha y ve” utilizando la inteligencia externa de los programadores. Esto es, analiza lo escrito, lo hablado o las imágenes y ejecuta órdenes basándose en la información que recibe y en su programa interno.

3.- Finalmente,  si integramos con cualquier máquina de los grupos 1 y 2, un ordenador obtendremos una especie de “trabajador integral”. Una máquina que no necesita de un conductor, de un piloto. Una máquina autónoma que puede sustituir a un trabajador de una especialidad determinada, un administrativo, un mecánico. A este tipo de máquina le llamamos: ROBOT.

El robot no nos ayuda en nuestro trabajo: NOS SUSTITUYE.

Fig. 4. Robots-juguetes
Quizá sea conveniente, antes de continuar, aclarar que un robot no es ninguno de esos juguetes con que nos obsequia el cine: R2-D2 o C-3PO y toda esa larga serie de “robots” de las películas futuristas, Fig. 4, que no son más que juguetes. Los robots actuales no tienen figura humana (salvo algunos experimentales) son simples máquinas que incorporan un ordenador.  A veces incluso son tan solo complejos ordenadores como los de los bancos y entidades financieras, que tramitan todo el papeleo y movimiento de capitales, y que han sustituidos a la mayoría de sus empleados.



● La Era Robótica nació cuando se logró incorporar la inteligencia a las máquinas.


¿Y qué ocurrirá ahora?

 
Fig. 5. Fabricación de coches
Una fábrica moderna no se parece en nada a una de la antigua era industrial. Ver en la Fig. 5 la etapa de montaje de una fábrica de coches y la de una fábrica de paneles solares. Con unos pocos trabajadores de alto y muy alto nivel, ingenieros, informáticos, directores de secciones y de la empresa, será más que suficiente para fabricar centenares de coches o millares de células fotoeléctricas diarias. Los trabajos repetitivos están abocados a la desaparición y de hecho ya ha comenzado su eliminación en buena medida.

Fig 5a. Fabricación de paneles solares
Del mismo modo que al principio de la era industrial, ahora también los tipos de trabajo en que se verá implicada la población serán diferentes. En general se cree que casi desaparecerán aquellos  trabajos que impliquen una baja formación. Casi solo prevalecerán los trabajos de tipo creativo, afectivo,  y aquellos que requieran de una alta preparación académica y/o técnica. Y por supuesto se crearán otros muchos nuevos hoy impensables. ¿Podría alguien imaginar en el siglo XVIII lo que es un informático?

Esto implica que habrá un amplio sector de la población en edad laboral, que nunca conseguirá un trabajo, es lo que se llama “paro estructural”. Este problema unido a los cambios en los trabajos actuales y a los de nueva aparición conlleva, como en los inicios de la era industrial,  grandes cambios sociales. Ahora trabajan las máquinas.

El paro estructural se produce como consecuencia de determinados desajustes estructurales en la economía de un país asociados a las revoluciones tecnológicas, ciclos del sistema capitalista, desequilibrios políticos, etc. Los dos últimos motivos tienen arreglo, el debido a revoluciones tecnológicas, no. Es impensable que nos pusiéramos de acuerdo para dejar de fabricar robots y así evitar el paro. En el gráfico de la figura 6 puede verse como el paro de larga duración que se corresponde casi exactamente con el estructural, se mantuvo casi constante hasta 2008 y a partir de ahí crece imparablemente. Los otros suben y bajan, este no.
 
Fig. 6 Evolución del paro en España del 2004 al 2015
o   ¿Pero todo esto significa que nos quedaremos sin empleo?  à SI, en gran parte,  pero aparecerán otros nuevos.
o   ¿Y esto conlleva que nos quedaremos sin comer?                àNO.
o   ¿Y sin bienestar social?                                                         àNO                           
o   ¿Y viviremos mejor o peor?                                                  àMEJOR.              

Porque, a la larga, volveremos a la vida de las aristocracias griegas y de los patricios romanos. Ellos no tenían ningún problema psicológico por no tener trabajo, ni carecían de buena comida y vida cómoda. El trabajo mecánico lo hacían sus esclavos. Ellos solo dirigían su hacienda, leían, escribían, inventaban la filosofía o creaban las bases del derecho.

Esta podría ser la nueva forma de ganarse el pan: la de los aristócratas griegos y romanos.

Hoy estamos fabricando unos esclavos nuevos que, al no ser personas, no nos crearán ningún problema de conciencia: los robots. Que trabajarán de lunes a lunes, de día y de noche, en verano y en invierno, sin protestar, sin pedir aumento de sueldo y sin afiliarse al sindicato. ¿Se puede pedir más?

Ya hoy, con las máquinas y el conocimiento científico de que disponemos, fabricamos tres o cuatro veces más comida de la que necesitamos los 7.000 millones de habitantes del planeta. Si hay quien se muere de hambre es solo debido a problemas económicos y políticos, no técnicos. Habiendo pan no hay ningún problema irresoluble.

El futuro se presenta esperanzador, los problemas y los conflictos  los tendremos en el proceso del cambio, en la transición del modo de vida.

A eso pienso dedicar mis esfuerzos en el futuro, a investigar las nuevas ideas que ya están naciendo al respecto.

Manuel Reyes

Bibliografía:
En el futuro no habrá paro, ni empleo. –César Molinas-
Los robots y la inteligencia artificial reavivan el sueño de la renta básica universal. -David H. Freedman-
Nos acercamos a un desplazamiento masivo de empleos. -Nanette Byrnes-
El desempleo se hace crónico: el paro estructural supera el 18% de los activos. –Carlos Sánchez-
Un libro vaticina el final del trabajo: “en 30 años habrá la mitad de empleos”. - Paul Mason-